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Elementos de una consulta

La práctica del asesoramiento, también llamado praxis filosófica, filosofía práctica o filosofía terapéutica, encierra diversos elementos que son particulares y característicos de ella:



1. El filósofo


"Filos-sofós", que ama el saber, el filósofo no es el que sabe lo que le ocurre al paciente, es el que anhela alcanzar ese conocimiento que solo es accesible para quien realmente lo vive.


Sócrates llamó a ese saber, que es el fundamento de la práctica misma de todo saber filosófico, "mayéutica", es decir, el arte de "ayudar a nacer" las verdades que "duermen" en el paciente, con la ayuda del diálogo. Todo filósofo, en la práctica, es una suerte de "partero".



2. El paciente


Del griego "pathos", "paciente" es aquel que está en una determinada posición respecto a ese saber que decimos permanece en él como "dormido". Aunque muchas psico-terapias han resuelto eliminar este término de su vocabulario, sus-tituyéndolo por otros como "cliente", "consultor", "asesorado", etc., la palabra "paciente" refleja muy bien ese anhelo filosófico por restituirse en un cambio de posición respecto al conocimiento de uno mismo, que es el objetivo inmemorial de la filosofía.



3. El diván

Todavía en el siglo XIX, Sigmund Freud inventó la primera psicoterapia al in-vitar a sus pacientes a que hablasen con total libertad de todo lo que se les pasase por la cabeza. Para ello, se adoptó la postura inclinada como una forma de esquí-var los pensamientos repre-sivos, que coartaban su discurso y ocultaban los mecanismos inconscientes.

Hoy en día, el recurso al diván parece exclusivamente continuado por los psico-analistas. Sin embargo, en él se ejempli-fica todo lo que al diálogo filosófico le corresponde de honestidad, de escucha sin prejuicios y hasta de confidencia.



4. Filosofía y psicoanálisis


El diálogo entre estas dos disciplinas ha sido una realidad dominante en el espacio del pensamiento del último siglo, que ha resultado en una suerte de paradigma particular en el que los conceptos de una y otra parte parecen redescubrir todo el tiempo sus significaciones, dando lugar a una fertilidad del pensamiento que no tiene precedentes. En el actual contexto de proli-feración de escuelas de "asesoramiento filosófico", parecía inevitable que ese diálogo tan fructífero se trasladara, de un momento a otro, hacia la práctica.



5. El asesoramiento en la toma de decisiones


Tras la clarificación filosófica, descu-brimos que muchos de nuestros pro-blemas personales responden a la estructura de dilemas éticos o vitales (es decir, que coexisten dos o más opciones, todas queridas, pero que son incompatibles entre sí). "No saber qué hacer con nuestra vida" es un claro síntoma de falta de adiestramiento en el pensamiento dialógico, que es la herramienta por antonomasia de la filosofía.

Por eso, una de las principales "utilidades" propiciadas por la práctica del asesoramiento filosófico radica en la ayuda en la toma de decisiones moralmente difíciles o complejas respecto a nuestra perspectiva vital. Unas pocas sesiones con el asesor pueden ayudar a dar luz a incertidumbres o cavilaciones que de otro modo podrían prolongarse durante años, con el riesgo que ello conlleva para el paciente de tendencia a la depresión, la insatisfacción y la pérdida de amor propio.

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